El ocaso de Tabacalera S.A: del monopolio público español al control británico
Historias de la economía - En podkast av elEconomista - Mandager
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En 1875, pocos meses antes de su muerte, George Bizet estrenó la ópera Carmen, que incluye en uno de sus actos esta pieza que escuchan... Se trata del famoso aria Habanera, interpretado por Carmen, una gitana española que trabaja como cigarrera en la Fábrica de Tabacos de Sevilla, lugar en el que está ambientada la obra. El compositor francés decidió dramatizar así la historia contada en la novela homónima del escritor Prosper Mérimée. La ópera Carmen es una de las primeras representaciones artísticas que se hicieron sobre las cigarreras, todo un movimiento obrero que marcó el devenir de la industria a lo largo del siglo XIX.Pero todo comenzó mucho tiempo atrás. Durante la conquista de América, Rodrigo de Jerez y Luis Torres, dos marinos españoles que viajaban a bordo de la Santa María junto a Cristóbal Colón, descubrieron el tabaco en San Salvador. Los nativos se presentaron con hojas secas que desprendían una fragancia peculiar que no habían visto nunca. Poco después, la pareja de navegantes vio por primera vez a personas fumando en Cuba. Los aborígenes hacían un rollo con hojas secas de palma y maíz con tabaco en su interior que, al ser prendido, soltaba un humo que estos inhalaban.A su regreso, Rodrigo de Jerez quiso introducir este hábito en España a través de Ayamonte, su pueblo natal en la provincia de Huelva. Sin embargo, acabó siendo encarcelado durante siete años por la Santa Inquisición, ya que, por aquel entonces, se creía que sólo el diablo podría dar a un hombre el poder de expulsar humo por la boca. Unos años más tarde, en torno al 1510, gracias a la vuelta de muchos colonos, el tabaco empezó a llegar en grandes cantidades a España, comenzando su camino por Europa en una costumbre que se difundió poco a poco entre todos los estratos de la sociedad. Algunos científicos de la época intentaban hallar en el tabaco propiedades medicinales mientras que otros se atrevían a advertir ya de sus efectos nocivos para la salud.La abrumadora expansión del tabaco a lo largo del siglo XVI hizo que los gobiernos vieran las posibilidades de un gran negocio y la corona española, siempre necesitada de recursos, vio en el tabaco una posible fuente de ingresos. Finalmente, en 1636 se acabó decretando el estanco del tabaco, convirtiendo su venta en un monopolio para el estado. Hasta ese momento, en España había dos estancos mayores, y varios estancos menores, entre ellos, el del aguardiente, la pólvora, los juegos de naipes o el papel sellado.Sevilla tuvo la primera fábrica de tabaco de EspañaEl aumento del consumo de tabaco provocó una mayor fabricación y venta y la producción artesanal comenzó a ser sustituida por la industrial. Fue entonces, a principios del siglo XVII, cuando empezó a funcionar en Sevilla la primera fábrica de tabacos española en la Plaza de San Pedro. Esta tuvo varias ampliaciones a lo largo del siglo hasta su cierre en 1760. Prácticamente para entonces ya estaba construido el edificio que acogería la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. A Sevilla le sigue, por orden cronológico la Fábrica de Cádiz, puerta de regreso de España ante el Nuevo Mundo, y la de Alicante.La de Madrid llegaría más tarde. Las tres fábricas de tabaco existentes en España eran insuficientes para el abastecimiento de todo el país y a la capital llegaba muy poca producción. Por ello, en 1809, José Bonaparte ordena albergar la Real Fábrica de Tabacos de Madrid en un edificio construido veinte años antes en los terrenos que pertenecían a las huertas del céntrico convento de San Cayetano. Originalmente, este inmueble era sede de la Real Fábrica de Aguardientes y Naipes, junto a otros productos estancados, pero la elaboración del aguardiente le acabó siendo concedida a la condesa de Chinchón, que dio nombre al anís, y la de barajas de juego le fue otorgada al famoso Heraclio Fournier.Bonaparte recuperó la funcionalidad industrial del recinto y dio trabajo a más de...