Economía, el Nobel que no es un Nobel

Historias de la economía - En podkast av elEconomista - Mandager

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La Real Academia Sueca de las Ciencias anuncia este lunes quién o quiénes son los galardonados este año con el Premio Nobel de Economía. O, mejor dicho, con el Premio de Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel. Ese es su verdadero nombre, y es que este reconocimiento no tiene nada que ver con el ilustre magnate sueco. Empecemos por el principio. ¿Quién fue Alfred Nobel? Nació en 1833 en Estocolmo. Su familia era descendiente de Olof Rudbeck, el ingeniero más conocido en Suecia en el siglo XVII, época en la que el país era una de las mayores potencias al norte de Europa. Su padre, Immanuel Nobel, era también ingeniero e inventor. Pero su negocio tuvo pérdidas el año en que Alfred nació, por lo que emigró a Finlandia y Rusia dejando a su mujer y a sus hijos en Suecia. El tiempo pasó y el negocio de Inmanuel en San Petesburgo fue bien, por lo que el resto de la familia se mudó con él en 1842. Fue en Rusia donde los cuatro hermanos Nobel recibieron una educación de primera clase, con tutores privados. Es por ello que a los 17 años Alfred ya sabía hablar y escribir en sueco, ruso, francés, inglés y alemán, según relata la Fundación Nobel en su web. Más tarde, Alfred estudió en París para convertirse en ingeniero químico. Allí trabajó en un laboratorio en el que conoció al también químico Ascanio Sobrero. Fue con él con quien descubrió la nitroglicerina, un líquido altamente explosivo, que se consideró demasiado peligroso para ser de utilidad práctica. Sin embargo, el sueco no cesó en su empeño de desarrollarlo como un explosivo comercial, aunque no fue fácil: en uno de sus experimentos murieron varias personas y otras tantas resultaron heridas. Emil, el hermano pequeño de Alfred, fue uno de los afectados. Aún así, el científico continuó con su investigación, y en 1866 hizo el descubrimiento por el que pasó a la Historia y que él mismo llamó dinamita. En concreto, Alfred Nobel descubrió que mezclando la nitroglicerina con diatomita podía formar varillas que podían insertarse en agujeros de perforación. Patentó este invento, y no fue el único: cuando murió en 1896 tenía 355 patentes a su nombre. Los inventos de Nobel ayudaron a reducir los costes en la construcción. Por ello la demanda de estos fue elevada, lo que le permitió tener fábricas en más de 20 países, a las que viajaba a menudo. De hecho, se le llegó a describir en las crónicas de la época como "el vagabundo más rico de Europa". Alfred cosechó así una fortuna considerable. Lo que no tuvo fue hijos. Y en su testamento mostró una última voluntad clara: que gran parte de su patrimonio se destinara a conceder premios a quienes hubieran hecho lo mejor por la humanidad en el campo de la física, la química, la fisiología o la medicina, la literatura y la paz. Dicho de otra manera: el legado de Alfred Nobel no decía nada de premiar investigaciones o avances en materia económica. Esto explica que los premios Nobel 'originales' se entregaron por primera vez en 1901 y el de Ciencias Económicas casi siete décadas después. Pero ¿por qué se creó este último si el químico no lo puso en su testamento? Pues bien, la idea fue del Riksbank, el banco central de Suecia, que para celebrar su tricentenario en 1968 hizo una donación a la Fundación Nobel para crear el icónico galardón. El Premio de Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel nació, oficialmente, en diciembre del 68, cuando la corona sueca aprobó los estatutos que recogen sus características y requisitos. Entre otras cosas, estipulan que la Real Academia Sueca de las Ciencias es la encargada de decidir los ganadores, máximo tres por año, basándose en las mismas normas que rigen la concesión de los Premios Nobel 'verdaderos'. El documento también establece que esta gratificación anual es de 10 millones de coronas suecas, lo que actualmente equivale a más de 920.000 euros. Pero en este caso es el Riksbank el que los paga, no la...

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